El lunes comenzaba el curso para los universitarios/as
de primero de carrera en la Comunidad de Castilla y León.
No sé porque me da que la palabra más
emitida en esta semana será la del novato. Se designa esta palabra para
calificar al nuevo o principiante en cualquier facultad o materia.
Para gustos los colores, sobre este
asunto se enfrentan dos posturas totalmente distintas, los hay que defienden
esta tradición o ritual de las novatadas, argumentando que sirve y refuerzan
que el alumnado se sienta integrado. Y por el contrario, los que expresan que
va en contra de la dignidad de la persona, considerándolo una tortura.
Entre las novatadas que recuerdo en
mi época estaban las clásicas como por ejemplo, beber cantidades de alcohol
industriales utilizando un embudo, alternar alcohol con vinagre, colocar una
fruta en la entrepierna de las novatos para que las también recién llegadas del
otro sexo coman la fruta en cuestión… A parte de las que se hacían en plena
calle, era muy común atar en filas a los novatos para tenerlos bien localizados,
a continuación, se les llevaba por las calles más transitadas, en mi caso, fue
por el Paseo del Espolón y por la Catedral de Burgos, y allí, todos los
turistas y ciudadanos podían participar en el asunto. Tirar un huevo valía 50
céntimos, y un tartazo 1 euro. Parece que no es nada, pero después de haber
estado toda tarde, salías con una suma de dinero bastante grande, como para
salir de fiesta a cuenta de los novatos.
Durante esta semana, ya se han dejado
ver alguna que otra novatada; sin ir más lejos, ayer en la Politécnica, ataron
a un chaval en lo alto del poste de la portería con cinta americana. Da igual
donde mires, en todos los lados, te encuentras con multitud de universitarios
ejerciendo órdenes en plan Anna Tarrés, y a una muchedumbre de novatos, asintiendo
con el cuello a todo que se les pide.
Una novatada que me contó el otro día
un amigo y que me llamó especialmente la atención fue la de un grupo de veteranos que pagaron un billete a Mallorca a un novato (solo el de ida), para
que comprase unas gominolas y volviese a Burgos.
Hay una larga lista, las hay más
crueles y menos duras, pero todas en general comparten un denominador común:
Beberse hasta las copas de los árboles y manejar a los novatos como si de maniquíes se tratase.
Y vosotros que pensáis, ¿ayudan a la
integración o por el contrario producen una desintegración?