Comprobó la hora en el reloj de la pulsera, anhelaba y deseaba con todas
sus ansias, que el tiempo se detuviese o al menos pasase de la forma más lenta
posible. Aunque no quería resignarse, era consciente de que llegaría la hora
del final.
Inhaló aire y contuvo el aliento, al ver que una manada de salvajes
perseguía y se abalanzaba, para destripar y desangrar al indefenso animal. Fue
acorralado y alanceado a pie y a caballo hasta su muerte.
En su interior sentía una turbulenta sensación que sacudía sus
sentimientos, perdió el habla y el apetito. Aquel paraje era desolador, miró al
cielo intentando encontrar respuestas, pero no las había. Esa barbarie, esa
vergüenza extrema, que acaba de contemplar era la fiesta nacional de su país.
Tordesillas vuelve a captar todas las
miradas, por su polémica celebración de la matanza del Toro de la Vega.
No puedo comprender como en pleno siglo XXI,
se sigue festejando esta salvajada. El primer paso para corregir los errores es
saber reconocerlos; no me entra en la cabeza como hay gente que todavía
defiende una tradición del siglo XIV. Hay que saber distinguir lo que es una
tradición o un acto vandálico. Pongo por ejemplo, antiguamente, era tradición y
común quemar a las mujeres en la hoguera, y sin embargo, se ha dejado de
celebrar porque es una atrocidad. Existe la palabra evolución, y me doy cuenta
que muchos la desconocen, ya que viven atascados en el pasado, necesitan
aterrizar al presente y ver que la tradición del Toro de la Vega, está obsoleta
para los tiempos que corren.
Menos mal que quedan todavía
resquicios de optimismo, cada día hay más personas que no están de acuerdo y
salen a la calle para intentar acabar con la”tradición” de borregos y mentes
retorcidas.
Matanza del Toro de la Vega |
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